domingo, 15 de febrero de 2009

LOS MIMOS DE LOUIS GARREL




Por Eduardo D. Benítez

Un enrarecimiento en la pantalla se aloja a los 25 minutos de comenzada la función de Las canciones de amor de Christophe Honoré. Un anómalo musical, tal vez algo feroz. Pero indiscutiblemente placentero.  

  Lo cierto es que la película en sus primeros minutos nos tiene reservada una agraciada oscilación entre Los paraguas de Cherburgo y La mamá y la puta. Con un trío amoroso que expresa sus titubeos, sus inseguridades, sus afectos a puro canto: Ismael (Louis Garrel), Julie (Ludivine Sagnier) y Alice (Clothilde Hesme). De repente un vuelco en la historia…alguien muere en el interior de un boliche bailable ubicado en un sótano, la joven Julie sufre un paro respiratorio. Un paro para el espectador. Ludivine Sagnier expatriada del film a los veinte minutos…Christophe Honoré se da ese lujo  ¿Qué hacer ahora que el guión parece naufragar? Asistir a una actuación. Cuando la sensación inicial parece ser la de una película que ha perdido el rumbo, Louis Garrel- atlás sosteniendo el firmamento- se pone a sus espaldas el film y nos saca a pasear con él a pasos de gigante. A partir de la muerte de su novia Ismael pasará por un primer período de duelo de una profunda tristeza y luego buscará,  hará un peregrinaje de cama en cama. Una búsqueda que tiene más que ver con una validación de sí imposible de efectuar en soledad, que  con descubrir cierta imagen de su novia muerta en los otros. El deseo de Ismael por los otros recrudece porque en sus relaciones, esos otros le confirman que él todavía no está muerto.

   Entre el vasto campo de significaciones que abre la palabra mimo, el diccionario propone algunas que, por lo menos de refilón, describen el trabajo de Louis Garrel en esta película: Mimo1) “Entre griegos y romanos, farsa, representación teatral ligera, festiva y generalmente obscena”. Mimo2) “Cariño, halago o demostración de ternura.”

   Imposible no quedar prendado ante la actuación de Louis Garrel, ante sus saltos, sus sobresaltos, sus cantos, sus bailes, sus angustias, sus excitaciones. Es que en los gestos de Louis Garrel parece resumirse toda una historia de las pasiones cinematográficas (algunas muy franceses): la búsqueda del amor justo ahí donde no se lo va a encontrar, el menage a` trois imposible de consumar, dulce y doloroso a la vez.

  En Las canciones de amor la figura (su angustia) de Garrel pide ser comprendida y amada plano a plano.
   Louis Garrel es el eterno efebo francés, el amante regular de nuestro siglo XXI por cuyo cuerpo desfilan Eustache, Leaud, Garrel padre,  el musical galo, el mayo francés…

Comentario publicado originalmente en La Otra